martes, 14 de mayo de 2013

LA DEMOCRACIA NECESITA OPOSITORES

Ilustración de tapa del libro "Instrucción Cívica", de Norberto E. Fraga y Gabriel A. Ribas, A-Z editora, 1988.



No soy un hombre de la política, pero valoro la importancia fundamental que la política tiene en la vida de los pueblos, y siempre tengo a mano en mi biblioteca el ejemplar de “Instrucción Cívica” que en 1988 me dedicaran sus autores, Norberto E. Fraga y Gabriel A. Ribas. En una de sus páginas hay un párrafo que me pregunto a menudo, no sin cierta tristeza, cuántos políticos han pasado por alto: “Si bien es lógico que los partidos políticos compitan entre sí por ganar el apoyo de la ciudadanía y llegar al gobierno, es muy importante que, para hacerlo, no pierdan de vista que la meta última de la acción política es la prosperidad de la República y el bienestar general. La demagogia, la politiquería (entendida como la defensa de pequeñas ambiciones personales en detrimento de los intereses generales), la oposición irracional que sólo busca obstaculizar la acción del gobierno sin tener en cuenta los intereses nacionales, son aspectos negativos que desalientan a los ciudadanos y dañan a las instituciones.”
Son los mismos que se refieren peyorativamente al “populismo”, pretendiendo descalificar con ello a una mayoría de votantes, concepto que no difiere del de aquel personaje de “La Gran Aldea”, de Lucio V. López, ál que este le hacía decir:
“Aquí no estamos todos, pero no convendría que lo estuviéramos. Una cosa son las reuniones populares de los teatros y de las calles, otra cosa deben ser los actos de la dirección y de la marcha de nuestro partido (…) La forma democrática se inspira en el derecho natural. En la tribu, los más fuertes, los más hábiles, asumen la dirección de agrupaciones humanas: el derecho positivo codifica la sanción de las legislaciones inéditas del derecho natural y nosotros exclamamos: ‘¡El pueblo somos nosotros!”
La agresividad que en el orden local, caracteriza de un tiempo a esta parte a la política argentina, agresividad que aprovechando los avances tecnológicos, hoy se proyecta impunemente a través de Internet, además del periodismo hegemónico en su conjunto (medios gráficos, radio, televisión) está muy lejos de respetar la pluralidad de opiniones que no coinciden con las propias.
Por otra parte, no podemos dejar pasar por alto, quiénes son los promotores de esa agresividad, a quienes se refirió en vida, mi colega y amigo Germinal Lubrano, en un texto que mantiene su actualidad, publicado hace poco mas de un año, en su revista “Descamisada” (la misma cuya circulación se encargó de impedir el periodismo hegemónico); el mismo decía:
Sin ninguna duda, los argentinos somos famosos por tener mala memoria, y esto lo confirma la opinión de muchos de ellos en esta circunstancia: ¡Están con los que endeudaron al país! Deuda que mantuvo al país paralizado durante muchos años, pagando intereses de miles de millones, convocándonos ante el concierto de las naciones como un país que tenía que bajar la cabeza ante la prepotencia del F.M.I. que nos manejaba a su antojo y nos ordenaba lo que teníamos que hacer. También están a favor de los que remataron nuestras empresas públicas, vendieron o regalaron el petróleo, el agua, O.S.N., los teléfonos, los ferrocarriles, Aerolíneas Argentinas, destrozaron la industria argentina estatal o privada, etc. etc.”
Hemos leído u oído muchas veces –por supuesto, siempre en los medios hegemónicos-, que “en el 2003 llegaron todos estos ladrones y destruyeron todo !!!” Pero sólo hace falta un poco más de memoria y un poco menos de recalcitrante e irracional fanatismo, para preguntarse con honestidad, qué podían robar y qué podían destruir, si ya todo lo habían robado y destruido el Proceso de Reorganización Nacional, el Menemismo, el Delarruísmo y algunos nefastos personajes que desesperados por volver, conspiran permanentemente y generan desórdenes –con amplio apoyo e impulso de corporaciones, que a su vez arrastran sindicalistas, periodistas y hasta hombres de la Justicia que alguna vez fueron acreedores de respeto- para desestabilizar al Gobierno.
La democracia necesita opositores; el País necesita opositores; pero opositores que actúen como verdaderas escuelas de civismo, poniendo al ciudadano en contacto con los problemas nacionales y ejercitándolo a través de su militancia en las prácticas democráticas. Las manifestaciones públicas de los dirigentes deben ser orientadoras de la conducta ciudadana.
La República Argentina ya no tolera más opositores como los del Presidente Juan D. Perón en 1955, que bombardearon al pueblo en las calles, el 16 de junio de ese año; o como los que derrocaron a Arturo Frondizi en 1962; o a Arturo Umberto Illia en 1966; o impulsaron la trágica llegada al Poder del mal llamado Proceso de Reorganización Nacional.
El País necesita opositores, por supuesto no del lamentable estilo del venezolano Henrique Capriles.

Oscar Vázquez Lucio



martes, 7 de mayo de 2013

ENRIQUE SILBERSTEIN Y LOS ECONOMISTAS

En este momento en que algunos economistas de triste memoria promueven la devaluación, no esta demás volver a referirse al libro que Enrique Silberstein (1920-1973) escribiera para el Centro Editor de América Latina en 1970: “Los Ministros de Economía”, que recomendamos localizar y adquirir en alguna librería “de viejo”, porque su actualidad se mantiene dramáticamente, agregando nombres aún no vigentes cuando Silberstein escribió el libro.
Publicamos esta nota en el viejo Blog http://siulnaszapping.multiply.com que sin el más elemental respeto ni ningún tipo de comunicación previa Multiply arrasara sin darnos margen siquiera a preservar el material publicado, que si no fuera por nuestro archivo personal se hubiera perdido en beneficio de los eternos enemigos de la Patria, esos que escuchamos todos los días en las radios y en los canales de televisión, y leemos en el periodismo hegemónico. A todos ellos les agradecemos los virus recibidos para dificultar nuestra emisión, que no hacen sino confirmarnos que este Blog está en el camino correcto.
Siulnas

Enrique Silberstein, la Economía y un humor para tomar muy en serio… antes que vuelva a ser tarde

Han pasado varias décadas desde que Enrique Silberstein escribió “Los ministros de Economía”; sin embargo, este libro del autor de “Historia de la guita” e “Historia del laburo”, sigue resultando esclarecedor a través de su ironía y un humor sarcástico y mordaz, como se advierte a partir de la enumeración de “los puntos fundamentales que todo ministro, aparentemente, debe tocar en sus discursos”:
“1) Jamás el país estuvo peor, desde el punto de vista económico.
“2) Hay que hacer toda clase de sacrificios para salir adelante.
“3) La estabilidad es lo fundamental; conseguida la estabilidad estamos salvados.
“4) La moneda sana es el objetivo de nuestra acción de gobierno.
“5) El déficit fiscal se reducirá hasta más allá de lo posible.
“6) Terminaremos, inexorablemente, con la burocracia.
“7) Las medidas impopulares que deberemos tomar son inevitables.
“8) Suframos hoy, que mañana (o pasado) estaremos bien.”
En cuanto a la duración de un ministro de Economía, Silberstein la calculó en 16 ministros en 13 años, a partir de Emilio Donato del Carril, cuya gestión comenzó el 1º de mayo de 1958 -fecha que señala como la del nacimiento del Ministerio respectivo-; su lista llega hasta Aldo Ferrer, que comenzó el 26 de octubre de 1970, siendo destacado por el autor, como la excepción, al rescatar sus palabras: “En materia fiscal, la economía se orienta hacia posiciones de pleno empleo, y, en consecuencia, el presupuesto también se orientará, en la medida en que se vayan alcanzando las condiciones de pleno empleo, hacia el equilibrio financiero.”
Por supuesto, no ha sido este el punto de vista de sus antecesores -Alvaro Alsogaray (1959 y 1962), Roberto Alemann (1961), Carlos Coll Benegas (1962), Jorge Wehbe (1962), Federico Pinedo (1962), Eustaquio Méndez Delfino (1962), José Alfredo Martínez de Hoz (1963), Eugenio A. Blanco (1963), Juan Carlos Pugliese (1964), Jorge Salimei (1966), Adalbert Krieger Vasena (1967), José María Dagnino Pastore (1969), Carlos M. J. Moyano Llerena (1970)- y tampoco (y en esto, creo que Silberstein hubiera coincidido conmigo) el de sus sucesores hasta el comienzo del siglo XXI: José Ber Gelbard (1973), Alfredo Gómez Morales (1974), Celestino Rodrigo (1975), Pedro Bonnani (sólo 10 días, 1975), Antonio Cafiero (1975), Emilio Mondelli (1976), Martínez de Hoz (por segunda vez, 1976), Lorenzo Sigaut (1981), Alemann (por segunda vez, 1982), Dagnino Pastore (por segunda vez, 1982.), Wehbe (por segunda vez, 1982), Bernardo Grinspun (1983), Juan Vital Sourrouille (1985), Pugliese (por segunda vez, 1983), Jesús Rodríguez (1983), Miguel Roig (por 6 días, por fallecimiento, 1989), Néstor Rapanelli (1989), Antonio Erman González (1989), Domingo Felipe Cavallo (1991. Presidente del Banco Central en 1982, cuando se estatizó la deuda externa, que desde ese momento pasó a ser de todos nosotros.), Roque Fernández (1996), José Luis Machinea (1999), Ricardo López Murphy (menos de una semana, 2001), Cavallo (¡por segunda vez!, 2001).


LOS MINISTROS DE ECONOMÍA SON POLÍTICOS

“Cuando un ministro de Economía dice que hay que lograr la estabilidad está haciendo política electoral -razona Silberstein-, puesto que lo que está haciendo es tratando de que los conservadores se sigan manteniendo en el poder”.
Tras aclarar  que para ser conservador no hay que pertenecer a dicho partido, agrega:
“La prevalencia de las ideas conservadoras, del liberalismo económico, de la exportación de productos primarios, de la importación de todo artículo, de la desvalorización monetaria para obtener mejores ingresos por las exportaciones, de la detracción del consumo popular, del obstáculo a todo avance del salario real, de la mayor protección a los capitales extranjeros, a los empresarios extranjeros, a los ejecutivos extranjeros, ha sido permanente y constante.”
Nada de esto perdió vigencia hasta hace pocos años; en febrero de 1962, el presidente del Banco Central, Méndez Delfino, enviaba al ministro de Economía Coll Benegas, una nota en la que tras señalar como imprescindible gestionar un crédito externo del Fondo Monetario Internacional, indicaba como condición indispensable, el congelamiento transitorio de los salarios de la Administración Pública, para evitar un nuevo proceso inflacionario. Silberstein se preguntó: “¿No se les habrá ocurrido que una medida interesante hubiese sido reducir las ganancias de los empresarios, que, creo, también son parte -y fundamental- de todo proceso inflatorio?”
Este mismo Méndez Delfino, ya como ministro de Economía, decía el 10 de diciembre del mismo año:
“En ciertas actividades existe más personal que el necesario para realizar un trabajo eficiente dentro de condiciones económicas. Esto obliga a pagar salarios bajos para que el costo total no sea prohibitivo. Si esas empresas pudieran operar con menos personal podrían pagar mejores salarios.”
También vale la pena recordar lo que el “embajador extraordinario”, Alsogaray, dice, entre otras cosas, el 3 de agosto de 1966 en París:
“El país deberá hacer, una vez más, un esfuerzo constante para aumentar la participación de la producción nacional en el consumo de gas y combustibles líquidos, para alcanzar un nivel adecuado, cercano al autoabastecimiento”.
Una vez más, la acotación de Silberstein resulta incuestionable:
“Cosa que todos dicen -comenta- y que implica que se va a permitir que las empresas extranjeras se instalen en el país y agujereen y refinen el petróleo nacional, enviando los dividendos al exterior”.
Claro que con el correr del tiempo, muchas frases de los ministros resultan humorísticas en sí mismas, como la del discurso de Alsogaray del 30 de abril de 1962:
“Nuestra próxima generación se beneficiará durante los próximos años de los frutos de sus esfuerzos y sacrificios actuales”.


EL BANCO DE LA PROVINCIA EN 1914

Refiriéndose a los economistas que estudiaron en instituciones económicas, comerciales, financieras y sociales que no tienen nada que ver con nuestra realidad, con nuestros problemas, con nuestra idiosincracia e inclusive “con nuestra historia en serio”, Silberstein reflexiona:
“Ojalá hubiésemos tenido una economía gaucha, unas finanzas gauchas. Porque entonces se habrían adaptado a nuestra realidad, a la realidad de nuestro contorno, y no hubiésemos andado perdiendo tiempo en la lucha contra el curso forzoso y contra la circulación de papel moneda.”
Punto de vista que 57 años antes había sostenido Estanislao S. Zeballos, en un discurso pronunciado en 1914 en la Cámara de Diputados de la Nación:
“Las leyes económicas oportunas en Europa -dijo entonces- no son las leyes económicas aplicables en la República Argentina; por eso fracasa la universidad teórica, la universidad que no enseña sino libros y prescinde de la situación y caracteres peculiares del país…”
Señalaba como ejemplo la prosperidad de la Provincia de Buenos Aires, “el estado más rico de América del Sur” (reitero que son palabras de Zeballos en 1914). “Se debe al papel inconvertible de su viejo banco de la Provincia; con ese papel se ha habilitado a los estancieros y a los agricultores de Buenos Aires, durante sesenta años, con préstamos de papel timbrado, a pagar en cinco años, con cinco por ciento de amortización; y esos préstamos habilitados han hecho el engrandecimiento de esa provincia y echaron bases para la riqueza argentina.
“Y si los libros europeos lo aconsejan y las necesidades argentinas rechazan el consejo -concluía el legislador- ¡primen nuestras necesidades y quémense los libros!”
Por supuesto, no le hicieron caso.
Y para terminar, el gran protagonista de las últimas décadas -el Fondo Monetario Internacional- analizado por Silberstein:
“Lo que se está diciendo -concluye tras considerar que la emisión de papel moneda por parte del Estado es la única forma en que los países subdesarrollados pueden crecer-, es que si el Estado no tiene dinero debe dejar de hacer cosas, estancarse, pararse, detenerse o pedir prestado a quienes tienen y que suelen imponer, como condiciones, exigencias que se refieren a la forma en que se devolverá el préstamo y acerca de la forma en que se lo utilizará, de manera tal que se tengan en cuenta los intereses de los prestamistas y no los de la nación.”
Si localiza este libro de Silberstein en alguna librería de viejo, hallará mucho más de lo que yo puedo rescatar en esta página. Tal vez si lo leyeran quienes debido a su frágil memoria, responden al juego impuesto por los medios monopolizados manejados por quienes defienden la prevalencia de sus ideas conservadoras, del liberalismo económico, de la exportación de productos primarios, de la importación de todo artículo, de la desvalorización monetaria para obtener mejores ingresos por las exportaciones, de la detracción del consumo popular, del obstáculo a todo avance del salario real, de la mayor protección a los capitales extranjeros, a los empresarios extranjeros, a los ejecutivos extranjeros… Tal vez si lo leyeran los olvidadizos y fácilmente convencibles a través del mensaje interesadamente equívoco de medios gráficos, radiales y televisivos -monopolizados y convertidos en lo que en 1938 Ernesto Morales llamó “guerrilleros literarios”-, dirigidos por quienes permanentemente los han expoliado, y pretenden derrocar un gobierno (como tantas veces lo hicieron ante la falta de reacción de un pueblo inmaduro) para poder seguir haciéndolo.
Tal vez si lo leyeran, y recordaran todos los males sufridos por la República (con ellos a la cabeza), ocasionados por “golpistas” que sólo defendían sus espúreos intereses… todavía podríamos salvar algo.
Oscar Vázquez Lucio


 


miércoles, 1 de mayo de 2013

TINTA FRESCA – Sección bibliográfica del blog http://nuevosiulnaszapping.blogspot.com a cargo de Víctor Oscar García Costa

 Tapa del Libro, el autor Alberto Nadra, y Víctor Oscar García Costa.

"Secretos en rojo 
Un militante entre dos siglos”
Alberto Nadra, Editorial Corregidor

Estamos en presencia de un libro dolorosamente autobiográfico. Es el libro de Alberto Nadra, un joven viejo militante, ahora ex militante, primero de la famosa "Fede", Federación Juvenil Comunista, y del Partido Comunista Argentino, cuyo Comité Central integró. En alguna medida es el libro autobiográfico de una familia: la familia Nadra, todos militantes de ese Partido. La cabeza visible fue el doctor Fernando Nadra, abogado, escritor y poeta, padre de Alberto, también destacado dirigente del Partido, al más alto nivel. Todos ellos han sido (Fernando, ya fallecido) y son, mis amigos y en buena medida compañeros de lucha por un mundo sin explotadores y explotados -por mi parte, desde el Socialismo Argentino- en una etapa muy difícil de la vida Argentina. Con Fernando Nadra fuimos, además, compañeros de lucha en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos durante la dictadura, en épocas en que cualquier error podía significar la desaparición y la pérdida de la vida.
Los Nadra, como tantos otros abnegados militantes, entraron en conflicto con la dirigencia partidaria, al punto de haber sufrido una verdadera persecución, de lo que da cuenta con detalle el libro de Alberto Nadra, que saca a la luz cuestiones absolutamente desconocidas hasta por quienes podrían jactarse de un amplio conocimiento sobre la vida interna de los Partidos.
A nuestro juicio, el Partido Comunista de Argentina fue excesivamente dependiente del Partido Comunista de la Unión Soviética, lo que, repetimos, a nuestro juicio, afectó las posiciones políticas y la vida interna de ese Partido a lo largo de su historia. De ninguna manera, lo que decimos va en desmedro ni de las formidables realizaciones de la Unión Soviética desde la Revolución de 1917, ni de la lucha sacrificada y heroica de los militantes comunistas argentinos, muchos de ellos asesinados, secuestrados y desaparecidos.
Ya algunos dirigentes destacados habían recorrido ese duro camino de enfrentamientos internos en distintas coyunturas políticas; Juan José Real, Rodolfo Puiggros, Ernesto Giudice y otros que marcharon por una suerte de cornisa, como el destacado intelectual Héctor P. Agosti a quien sorprendió la muerte antes que se agravara el conflicto con él. En su ceguera, frente a la discrepancia interna, la dirección partidaria llegó a destrizar y vender por papel gran parte de la importante obra escrita de los dirigentes desplazados, entre ella la de Rubens Iscaro y de Fernando Nadra, parte de la cual, aunque rota, pudimos recuperar en la papelera en que había sido vendida. Una verdadera salvajada.
El libro de Nadra sirve también para conocer el proceso político argentino de los últimois 40 años, lo que incluye la dictadura que asoló Argentina desde 1976 hasta 1983, Es un libro valiente con el que, al escribirlo, debe haber sufrido el profundo dolor de un verdadero desgarramiento, tanto mayor, cuando mayor ha sido la entrega abnegada.
Un libro atípico, como dice su prologuista, Mario Lowry, que ayuda a desbrozar el complejo tránsito político de los argentinos.

Víctor Oscar García Costa